La reescritura cinematográfica de Different Trains

 

Texto publicado en la edición del DVD de la obra de videoarte Different Trains (Beatriz Caravaggio, 2017), expuesta en el Museo de las Bellas Artes de Bilbao, Fundación BBVA de Madrid, entre otros espacios.

La reescritura cinematográfica de Different Trains

Revisitar, repensar, volver a mirar lo acontecido son actitudes artísticas de nuestro presente. Una posición cultural muy activa en las últimas décadas que especialmente indaga en los legados del siglo XX. Estas vueltas al pasado ofrecen una reflexión en detalle de lo vivido, unas inscripciones de la memoria aún más profundas de las ya existentes. Podríamos entender este viaje de retorno como un capítulo póstumo del siglo anterior.

El siglo XX es también el primero en el cual la humanidad tiene variedad de herramientas para dejar amplia constancia e interpretación de lo sucedido en el tiempo vivido. Es un siglo impreso, fotografiado, sonorizado, filmado día a día. En el siglo XXI estas múltiples herramientas que constatan lo acontecido se han globalizado y sobresaturan su propia función. Es una época escrita, fotografiada, sonorizada, filmada, compartida y experimentada virtualmente en diversidad de formatos y plataformas en cada minuto. La ingente y veloz cantidad de material que inscribe el testimonio de nuestro tiempo dificulta miradas calmas y distantes. Quizás esos obstáculos para la comprensión del presente siglo XXI también favorecen la búsqueda de las razones en las sendas del pasado siglo XX. Una de las características de estos tiempos de múltiples registros es la intersección entre ellos. Son expresiones mezcladas, interactivas, participativas. Un rasgo distintivo que desde las artes contemporáneas también se adopta. Las reinterpretaciones en muchos ámbitos artísticos, modalidades de palimpsestos y de creaciones híbridas entre varias prácticas cuyas fronteras se diluyen, o las miradas poliédricas que permiten una profundización definitiva en ese objeto de estudio, son un ejemplo de ello. La creación de Beatriz Caravaggio se encuentra en estas premisas posculturales.

Desde el inicio del siglo XXI mira hacia años clave del siglo XX: los referidos al Holocausto. La obra, una película, es la reconstrucción de unas memorias compuestas en forma musical en los años ochenta. Partituras biográficas de Steve Reich que reflexionan acerca de unas experiencias colectivas, las de aquellos que sufrieron la barbarie del nazismo, transcurridas durante los años treinta y cuarenta. Así obtenemos en nuestro presente una singular y compleja obra diarístico-musical-cinematográfica que tiene un arco creativo de unas ocho décadas.

Ritmos, fracciones y composiciones de la memoria
La obra de Steve Reich Different Trains es la descripción de un pensamiento. En su infancia, el compositor transitaba de costa a costa de los Estados Unidos para visitar a sus padres divorciados. Un niño en grandes trenes, viajes que duraban varios días, largos trayectos vividos como aventuras. En su madurez, y en un proceso de indagación en sus raíces judías, el compositor comprende que mientras él disfrutaba de esas espectaculares travesías, por otros raíles circulaban historias desesperadas con deportados destinados al confinamiento o la muerte. El compositor toma conciencia de la fortuna que vivió, quizás del peso del destino, al ser judío y hallarse en otros países alejados de la Europa del nazismo y el Holocausto.

La composición musical de Reich tiene como característica destacada la repetición, siendo muy presentes elementos que recuerdan a la actividad de un tren. Se constituye de momentos que combinan rapidez y ralentización, expresando sus distintas velocidades. Despuntan los distinguibles pitidos vinculados al funcionamiento del ámbito ferroviario. Y, especialmente, refleja el inconfundible traqueteo incesante que se acaba convirtiendo en un ritmo interno para el viajero. El compositor norteamericano plasma esta constancia en una envolvente reiteración sonora, como si se tratara de un estado de trance auditivo, que podría abrir la mente a un estado singular. En ese campo más intangible es donde se produce la conexión entre otros espacios físicos distantes, entre otros trenes y otros seres humanos. Ese rítmico viaje mental será la base de su memoria.

Beatriz Caravaggio interpreta las ideas de Steve Reich dotando a la partitura de vida visual. Su relectura nace del montaje de imágenes de archivo relacionadas con la temática expuesta y pertenecientes a su época, es decir, tienen una ligazón documental con la historia descrita.

La película transcurrirá desde la naturaleza y los paisajes, con una admiración por los majestuosos trenes, hasta la vuelta a grandes ciudades y significativos edificios, un mundo urbano grisáceo posterior a la Segunda Guerra Mundial, habiendo atravesado por en medio los horrores del genocidio. A lo largo de este paso del tiempo, se conjuntan los archivos pertenecientes a los campos, la deportación, el exterminio y la liberación; unos registros filmados en lugares y circunstancias donde el testigo de lo real escaseaba, grabados algunos por los propios nazis y otros, más tarde, por los aliados. En un vasto trabajo de selección de material de archivo, la intervención de la videoartista se fundamenta en una excelente reordenación de todas estas imágenes, una metódica y precisa elaboración hecha fotograma a fotograma. A partir de estos procedimientos, el origen documental se reescribe para crear un hilo argumental, la construcción de una mirada narradora.

La realización se caracteriza por la división de la pantalla en tres partes, aportando de esta manera una gama de lectura de significados. Por un lado, el tríptico está ligeramente desacompasado, lo que nos ofrece una fragmentación del tiempo, unos recuerdos fraccionados. Reminiscencias que aparecen algo revueltas, formadas por una diversidad de dinámicas, tránsitos y voces. El tríptico es también una compleja composición de movimientos, formas y texturas, construida con sugerente riqueza por coordinación, semejanzas o contraste. Se trata de un trabajo collagístico, pero a su vez la variedad de fuentes de archivo está pensada con uniformidad visual, lo que nos brinda un relato cohesionado.

Beatriz Caravaggio mantiene también la estructura original que divide la obra en tres movimientos, y es en el tercero donde el tríptico toma un nuevo valor a partir del contraste de significados. Los supervivientes llegan a sus nuevos destinos y el ritmo cotidiano de esas ciudades imbuye sus vidas, pero estas no dejarán de estar entremezcladas con las imborrables huellas del Holocausto. Así, el transcurso del presente convivirá con recuerdos del pasado.

Trascendencias y legados
Muchas han sido las representaciones artísticas vinculadas a esta temática: desde las realizadas en los los propios campos (pintura, dibujo, música, literatura, poesía, entre otros) hasta las generadas hoy en día. Hay bastantes obras cumbres que se han convertido en un referente, pero más allá de destacar talentos y aciertos, el conjunto de obras en sí, el conglomerado que configuran aquellas más éticas, rigurosas, hondas o representativas, acaba constituyendo una memoria colectiva de los acontecimientos.

Desde prácticas distintas trazan un legado influyente las memorias escritas, la literatura y la poesía (Paul Celan, Ana Frank, Imre Kertész, Eugene Kogon, Primo Levi, Elie Wiesel, entre muchos otros), los cineastas (Alain Resnais, Claude Lanzmann, Andrzej Munk, Harun Farocki, László Nemes) o la música, como la de Steve Reich y la reescritura cinematográfica de Beatriz Caravaggio frente a la que nos encontramos. A su vez, memoriales y museos de todo el mundo desarrollan una función de aunamiento de la memoria histórica, incluida la artística. Asimismo podríamos incluir obras que llegan a un público muy mainstream y, aunque tengan una profundización menor que las anteriormente citadas, mantienen una ética y un verdadero interés por lo expuesto e influyen en una amplia capa de la población por su popularidad. Puede ser el caso de la famosa película de Steven Spielberg (sin olvidar su labor esencial realizada con el material de archivo) o algunos cómics como el pionero de Bernard Krigstein o el célebre de Art Spiegelman.

Entre todas ellas forjan un legado rico y múltiple de inscripciones de la memoria. Un monolito conjunto de representaciones que inscriben el importante concepto de no olvidar nunca jamás lo acontecido. También encontramos, además, una esperanza de herencia futura de que la historia vivida en el siglo XX, de que el Holocausto y todas sus causas y consecuencias, sean parte de la memoria del porvenir. Como si en los seres humanos pudiera constar un saber común que impida desarrollarlas de nuevo, inculcando en su aprendizaje cognitivo las extremas lecciones y experiencias nacidas de ese periodo.